domingo, 14 de noviembre de 2010

No hay sabanas en este enredo.

Es de noche. Una lluvia mas parecida a tormenta empapa el momento. Después de una, siempre viene algo nuevo. Lo nuevo somos vos y yo, ahí, separados pero juntos. Lo que no es nuevo son nuestras ganas. Nos tiramos en la cama a hacer nada, solo estar ahí. Empiezo a incomodarme, mis ojos van directo a los tuyos y no tenes intenciones de esquivarme la mirada. Cada vez es mas profunda. No se en que estas pensando ni que estas esperando.
Cerraste los ojos, no puedo esperar, es mi oportunidad, no lo pienso, junto mis labios con los tuyos para que tus ojos se abran, para hacerte reaccionar. Entendes el mensaje claramente y empezas a reírte sutilmente. Me quejo de vos, de tu humilde arrogancia, de todo lo que tardas, de que no digas una palabra ni hagas nada. Me quejo de ser yo la que siempre tiene que acercarse. Como podes me explicas que sos así y que es lo que hay, si supieras que no hace falta que me expliques nada. Me tenes acá, al lado tuyo casi sin que hayas hecho nada o quizás haciendo sin que yo me enterara, lo que hay a mi me gusta.
Aunque llueve, hace calor, no hay sabanas en este enredo. Empezamos a descubrirnos y todo ritmo nos queda bien. Rápido, en cámara lenta, quiero todo junto a la vez. Estoy desbordada, las manos no me alcanzan, los ojos tampoco y las palabras no me salen. Miedo, me agarra miedo. Se que lo que ahora es tocar el cielo con las manos mañana va a ser un golpe en seco contra el piso. Mejor paremos acá. Me cuestiono en voz alta para que me escuches y digas palabras mágicas, pero ya sabemos que la magia no es lo tuyo. Algo me decís, algo entendes y entonces paras. Paras pero yo quiero que sigas, lo que dije hace dos segundos no tiene sentido, no querer separarme de tu boca tiene mucho mas sentido en este momento. Seguimos, sigue lloviendo y el calor sigue subiendo, como si estuviéramos en dos lugares al mismo tiempo. Vos en el tuyo, yo en el mío. No importa eso ahora, estamos los dos acá. Te siento cerca, te siento mío. No puedo dejar de estar con vos. Me dejo llevar. Quiero más. La idea te sorprende pero no te disgusta. Respiras tan fuerte que mi respiración te escucha y solo te sigue. Buscas y no encontras. Es tarde.
Me abrazas como si fuera a a escaparme de esa cama y estuviera por desaparecer. Tengo tus manos, tus brazos enredados en mi cuerpo. No podes haber podido entender mejor lo que necesitaba. Tu respiración es cada vez mas sutil y tu mirada va desapareciendo. Te dormís. Yo, no puedo estar mas despierta, no me quiero dormir. Si pudiera rompería los relojes de todo el mundo para que el único tiempo sea este, para que no haya un final. Mi respiración vuelve a seguirte. Me quedo dormida. Pero no mucho, cada tanto me despierto para ver si todavía seguís acá. Me parece que por lo menos hoy no te me vas a escapar. Dormís. La lluvia paro, la temperatura bajo y la luz me recuerda que tengo que aprovechar. Entonces empiezo a moverme, de a poco, para que te vayas despertando pero sin que entiendas si es un sueño o no. Me seguís el juego, no te veo pero te siento, estas despertando de apoco conmigo. No hace falta que ninguno de los dos diga nada. Otra vez el calor, otra vez la respiración, otra vez los ritmos cambiantes. Otra vez tus ojos en mis ojos, otra vez no me puedo separar de tu boca. Es de día y no importa. Ojalá no tuviéramos que parar nunca pero paramos. El tiempo corre y nosotros paramos. Me vuelvo a quedar dormida pero esta vez para no volverme a despertar.
Los recuerdos se empiezan a borrar con el correr de los días, como si estuvieran recortando de a poco la foto de esa noche. Voy perdiendo momentos, voy perdiendo detalles pero la sensación esta intacta. Esa noche me tuviste sin siquiera enterarte. Por suerte, recortaron la foto pero se olvidaron de tus ojos con tu mirada, los veo y me pasa lo mismo, quizás sea lo único que haga falta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario