Un amigo que llega de sus vacaciones y después de muchos días sin vernos, nos vemos. Su casa es el lugar del encuentro. El lindo color que se trajo de la costa, la tranquilidad, la familia que lleva en la sangre y con el a todos lados, las ganas de volver, la buena onda y ese espiritu fresco que contagia, son las cosas nuevas que trae y las que siguen intactas en el. Después de ponernos al tanto, compartimos un par de tareas, poner un poco de orden en la casa, ir al super, salir a dar una vuelta por el barrio y la inevitable vuelta a casa. Cuando ya esta dicho todo no se siente incomodo no hablar. Las palabras no son lo único que nos comunican ni lo único que se puede compartir. Cada uno haciendo algo pero juntos, tiene otro sabor. Y así las horas van quedando atrás, unos cigarrillos de por medio y algo de comida. El balcón salvador y sanador, el respiro que se necesita.
Lo que necesitamos también a veces son unas mini vacaciones de los amigos, un pequeño respiro como se necesita en cualquier relación para no desgastar lo andado, para poder seguir caminanado juntos y asi empezar el gran viaje que nos espera sin tener las suelas gastadas. Por suerte estas vacaciones no cuestan plata, no hay que pedir permiso para tomarselas ya que pueden ser en cualquier momento y lo más importante es que no duran para siempre, no son inmortales, duran un momento x, tienen fin.
El es un ejemplo de lo que son mis amigos para mi, un fin de semana que no tienen nada de fin y no es que sea por las salidas del finde sino por lo divertido del finde, por la libertad que tiene, por las ganas de vivir que da el finde, por esa ansiedad de que llegue y por esa sonrisa en la cara cuando llega, por esas ganas de no querer que terminen nunca mas, como las ganas que tengo de tener a mis amigos para toda la vida, siempre.
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